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Solemnidad de Pentecostés

El verdadero Testigo es el Amor

Cristina Alba Michel / Colaboración / El Diario

-Mucho se habla de amor y poco se practica, incluso por los cristianos. Encima, ¡cuántos grupos andan por ahí, gritando contra Cristo y su Iglesia, contra la vida y los valores! En el afán de defenderlos, los mismos católicos ahondan la división, que es también una herida profunda en la sociedad: buenos y malos. Peor cuando los "buenos" pretenden "orar por los malos" SIN ANTES AMARLOS. Y es que, como decía el Santo de Asís: si vas a corregir a tu hermano, hazlo, pero primero ámalo. Palabras más, palabras menos.

En cuanto a Jesús, nos pide atender primero la viga del propio ojo antes que la paja del ojo ajeno. Es decir, TODOS necesitamos conversión. Puede ocurrir que quienes nos sentimos "siempre en la Iglesia", lleguemos a parecernos al hijo mayor de la parábola del padre misericordioso.

-Para aprender a amar necesitamos que el Señor transforme los corazones de piedra en unos de carne (Cf. Ez 11,19), dejarle imprimir su Ley dentro, a fuego en el corazón, y comenzando por los bautizados, será verdaderamente nuestro Dios y nosotros, pueblo suyo.

¡Esto es obra del Espíritu Santo!, el mismo que movía a Jesús de Nazaret, el mismo que da Sabiduría a los santos, Consejo a los prudentes, Ciencia a los que se paran a contemplar, Entendimiento a los estudiosos de las cosas de Dios, Fortaleza a los mártires, Piedad a los sencillos y Temor de Dios a todos sus hijos.

-¡Ven, Espíritu divino!, derrámate en los que te aman, te invocan y te esperan, aun sin saberlo. Guíanos a la completa Verdad de Cristo; alienta y acompaña el testimonio de la Iglesia para que se cumpla nuevamente el Evangelio: "Cuando venga el Paráclito que

Yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, Él dará testimonio de mí. Y ustedes también darán testimonio" (Jn 15,26-27).

Se necesitan ambos: el testimonio del Espíritu y el testimonio humano, "se trata de un único testimonio: el Espíritu sigue hablando a los hombres de hoy con la lengua y con la vida de los actuales discípulos de Cristo", quien destaca la importancia del testimonio humano: "quiere que la Iglesia viva de la verdad histórica de su Encarnación, para que por obra de los testigos, en Ella esté siempre viva y operante la memoria de su muerte en la cruz y de su resurrección". Pues "sólo el creyente que vive lo que profesa con los labios, tiene esperanzas de ser escuchado" (Juan Pablo II).

-Se trata de vivir la fe profesada. En ello radica el valor del testimonio de los mártires. Sobre San Esteban, Benedicto XVI destaca "el profundo vínculo que une a Cristo con su primer mártir... LA CARIDAD DIVINA: EL MISMO AMOR que impulsó al Hijo de Dios a abajarse y hacerse obediente hasta la muerte de cruz, impulsó a los Apóstoles y a los mártires a dar la vida por el Evangelio". Ello no es exclusivo de unos pocos, pertenece a todo bautizado, llamado a ser testigo SIEMPRE. La mayoría en el anonimato de la vida diaria, tan cansada, a veces tediosa, aparentemente "sin chiste". El móvil la vivifica, y es el mismo que el de los mártires de sangre: "EXCLUSIVAMENTE un acto de amor a Dios y a los hombres", a quienes nos persigan, nos critiquen, metan zancadilla, hagan el mal o nos eviten el bien. Sólo así se ama a los enemigos (Cf. Mt 5,44-45). Para esto, aun sin derramar la sangre, necesitamos la fuerza de los mártires: la Caridad divina, el Espíritu del Padre y del Hijo, TESTIGO del Señor.

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2023-05-28T07:00:00.0000000Z

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