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El mejor candidato

Benito Abraham Orozco Andrade

Escuchar a la gente decir que votará “por el menos peor”, no es algo nuevo ni algo que se escuche de unas cuantas personas. Manifestaciones de desencanto con quienes ya han ocupado un cargo público, son frecuentes. No obstante, si escudriñamos en la trayectoria de candidatas y candidatos, seguramente algo bueno encontraremos.

Puede ser una persona ya conocida en el campo de la política, o alguien con cierto prestigio en otros ámbitos de la vida pública (académico, profesionista, empresario, obrero, etc.), pero independientemente de dónde provenga, puede ser el candidato idóneo para el cargo por el que se está postulando.

Cuántos sujetos risueños y dicharacheros nos encontramos en el mundo de la política, que algunos hasta tienen el cinismo de confesar que roban del erario “pero poquito”, u otros que no lo confiesan pero que hasta el gato del palacio sede se llevaron. Otros muy trajeados y perfumados, que pasan como personas honorables, y cuando menos pensamos ya andan refugiándose en el extranjero para no ser capturados por las corruptelas que han cometido. También los hay quienes férreamente prometen ir tras los anteriores para encarcelarlos, pero finalmente resulta que hasta los superaron en sus fechorías, y muy posiblemente serán los próximos enjuiciados. ¿A quién irle?

Si tenemos el propósito de únicamente buscar buenos perfiles de entre quienes van como punteros en las encuestas, igual pudiéramos encontrar a una, a varias o a todas las candidaturas como buenas, o, todo lo contrario. Si investigamos trayectorias de entre todas las personas postuladas para determinado cargo, pudiera resultar que el mejor candidato o candidata se encuentra en las organizaciones políticas menos favorecidas en las encuestas y, el votar por ellas, pudiera ir cambiando las cosas en futuros procesos electorales, orillando a los partidos políticos con más triunfos a evitar proponer como sus candidatos a esos considerados como “menos peores”, elevando así la calidad en la contienda electoral y en el ejercicio de la función pública.

En cuanto a aquella persona que considero pudiera ser el mejor candidato o candidata, creo que deberíamos comenzar por revisar su trayectoria en el ámbito familiar en la medida de lo posible (de manera objetiva, sin basarnos en infundios), para ver qué tal ha sido como hijo, esposo, padre, etc., según sea el caso, pues su desenvolvimiento en esta faceta de su vida, muy seguramente se verá reflejado en las demás etapas de su existencia.

La proclividad hacia los valores tradicionales que han contribuido por décadas -¿siglos?- para formar personas y familias de bien y felices, es de suma importancia para evitar resquebrajos graves e irreparables en el tejido social. El respeto por quienes piensan distinto sobre el particular, también es clave para evitar actos discriminatorios, lo cual no implica una afinidad y/o promoción de ese pensamiento divergente, sino una búsqueda de convivencia pacífica.

Promover la inversión privada, como un factor que pudiera considerarse como imprescindible en la economía del México actual, es otra particularidad que debería tener un candidato, pero, también indispensable será, armonizar esa promoción con acciones decididas y firmes para sacar de la pobreza a millones y millones de mexicanos. Como lo he sostenido en otras ocasiones: México tiene para todo y para todos. ¿Cómo poder dormir tranquilo, mientras día a día se disfruta de lujos exagerados y otros carecen de vivienda y de alimentación, entre otras cosas vitales?

El respeto por la identidad y por la propiedad de los pueblos originarios, habla de un profundo aprecio por nuestros antepasados. Restituirles en todo lo que se les ha privado, moléstele a quien le moleste, sería el mayor y mejor de los gestos hacia ellos.

El progreso de un país no puede depender de la afectación al medio ambiente, por lo que deben buscarse y aplicarse tecnologías que permitan converger al desarrollo industrial con la preservación de la naturaleza. ¿Cómo es posible que se esté buscando vida en otros planetas, mientras que en el nuestro estamos haciendo hasta lo imposible para acabar con ella?

El garantizar el respeto a los derechos humanos (de todo ser humano en su conjunto, no por separado o únicamente de mujeres, niños, hombres, etc.), debe ser primordial para quien ocupe cualquier cargo público. Todos, absolutamente todos, somos merecedores de un trato digno.

Una administración de los recursos públicos honesta y eficiente, que permita cubrir las necesidades sociales más apremiantes, además ir generando la infraestructura requerida para el desarrollo sustentable de un municipio, estado o país entero, incluyendo el abatimiento acelerado de la deuda pública, se impone ante la desgracia económica que venimos viviendo en las últimas décadas. La optimización de los recursos es menester desde ya.

La justicia social debe ser lo que oriente el desempeño de cualquier funcionario público y, a mi parecer, quien además de ello tenga la voluntad y la capacidad de observar las bondades enunciadas líneas arribas, entre otros atributos, pues indudablemente contará con mi voto.

Que intereses mezquinos -propios y ajenos- no obstaculicen un buen presente y un mejor futuro, tanto para nosotros mismos como para nuestros seres queridos. Elijamos a quienes en realidad ofrezcan una gestión de excelencia para todos.

OPINIÓN

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2021-05-12T07:00:00.0000000Z

2021-05-12T07:00:00.0000000Z

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